Bodegueando por Europa
Hubo varios ejes en este viaje: visitar amigos, adaptar el plan porque íbamos con una niña, y, claro, conocer bodegas. Pensar en bodeguear por Europa era algo que me hacía mucha ilusión (y quiero dejar en claro que fue increíble) pero… bueno, hubo peros.
No soy fanática de entrar en comparaciones porque los lugares a los que viajamos tienen su propia impronta, pero sí nos daba mucha curiosidad ver en qué situación estaba Mendoza en relación a ellos. Los paisajes, los vinos y la gastronomía en el viejo continente son soñados, pero hay algo que no cumplió con las expectativas, y fue el servicio.
En Italia, por ejemplo, muchos de los vinos que tomamos estaban calientes, y cuando hacíamos las degustaciones, en varias ocasiones nos quedamos solos (y se hacía bastante difícil encontrar algún encargado). En cuanto a gastronomía, también tengo que decir que no me sorprendió (siempre teniendo en cuenta que esto fue en las bodegas puntuales que visité). ¿El dato? Las mejores experiencias las tuvimos cuando fuimos a bodegas donde nos atendían argentinos que tienen bodegas allí.
En cuestión de precios, déjenme decirles que son bastante más elevados que en Mendoza, y también quiero agregar que la relación precio – calidad en la tierra del sol y del buen vino es increíble. No por nada tenemos la provincia repleta de turistas que vienen a vivir las mejores experiencias: lo que se consigue, especialmente considerando su precio, es de primer nivel.
Amigos, Mendoza nos tiene bien (o mal) acostumbrados, entonces ir a otros lugares con expectativas tan altas hizo que volviéramos a nuestra provincia valorando mucho más nuestra tierra y nuestras experiencias, y con la seguridad de que quien nos visite tendrá una estadía inolvidable.
En fin, a qué voy con todo esto: que Europa es increíble (¡claro! ¡cómo no!), con sus paisajes, sus bodegas, sus años de historia y el respeto que hay en cada lugar relacionado al mundo del vino, pero, como argentinos (y sobre todo mendocinos): ¡NO NOS ACHIQUEMOS! Tenemos una provincia preciosa, vinos que enamoran a cualquier ser humano, gastronomía de lujo, servicio de primer nivel y, sobre todo, una calidad humana que nos convierte en uno de los destinos enoturísticos de excelencia para visitar.
Así que ya saben: no será Europa, pero en Mendoza estamos más que preparados para recibirlos…

Y ustedes ¿Se animan a compartir Mendoza conmigo? ¡Los leo!